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Inclusión: Compartiendo el aula con alumnos con necesidades educativas especiales

En la fila del supermercado escuché a dos mamás conversando sobre el compañerito con “un problema” (refiriéndose a un alumno de educación especial), escuché lo siguiente:

– Renata le tiene miedo, cuando trabaja en clase está hablando en voz baja todo el tiempo, y siempre quiere estar solo. Yo le dije a Renata que está enfermo, yo creo que tiene autismo, imagínate si se le acerca Renata, el niño se enoje y le suelte un golpe. –

Fue tanta la impotencia que sentí en ese momento; quería voltear con ellas, hablarles de los incontables doctores con los que probablemente acudió ese niño, las diversas pruebas neurológicas y psicológicas por las que pasó el niño, los miles de pesos invertidos, los diversos diagnósticos que les pudieron haber otorgado, las incontables horas en terapia, la increíble cantidad de investigación en internet sobre colegios, las múltiples llamadas que se convierten en citas para conocer, preguntar, informarse y verificar que su hijo pueda ingresar a ese colegio, los tantos correos y llamadas de rechazo cordial por parte de tantas instituciones, las preocupaciones y el estrés constante por parte de los padres una vez que entra a un colegio; y todo eso, sin mencionar, lo difícil que es no solo para el alumno, sino para los hermanitos y el matrimonio de los padres.

Al escucharlas pensé en cada uno de nuestros niños y niñas que han acudido a nosotros en busca de mejoría, y en cada mamá y papá comprometido que ha llorado con nosotros por la impotencia de no saber cómo ayudar a sus hijos.

Compartimos esta historia para hacer consciencia. Tenemos que entender que los niños y adultos con discapacidad intelectual son justamente eso: niños y adultos con síndrome down, autismo, etc. No tienen un “problema,” no son “especiales,” son como tú y como yo. No necesitan más compasión ni menos atención. Como todos, tienen su forma de ser, su forma de aprender y su forma de pensar. Quizás esta pueda ser diferente a la “norma” y por eso puede tomar más tiempo o paciencia comprenderlos o interactuar con ellos, pero eso solo quiere decir que nosotros necesitamos aprender a ver lo diferente cómo eso: diferente. No más, no menos.

10 valores que aprenden tus hijos al compartir el salón con niños de educación especial

  • Aprenderá a llamar a las personas por su nombre y no por su condición

  • El verdadero valor del esfuerzo

  • Ser paciente

  • A escuchar y, por ende, a ser escuchado

  • Aprender a que el tiempo no es del reloj, sino de la tolerancia

  • Aprender a jugar desde las diferencias, sin ver obstáculos

  • A ser feliz; hasta llevando una silla de ruedas, la verá como una herramienta, en vez de un obstáculo

  • A observar para después contarte cómo se debe tratar una discapacidad


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