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Estableciendo límites con amor.


Ser papá o mamá es una de las tareas más difíciles que hay. Nadie tiene un manual que nos indique paso por paso qué hacer en cada situación o contexto; y como si fuera poco, cada niño es diferente, así que lo que funciona con uno es posible que no funcione con otro. A pesar de que no hay una sola manera clara y correcta de educar, sí tenemos muchísimas formas muy claras de equivocarnos y conocer cuáles son algunas pautas para llevar a cabo la paternidad positiva, nos permite identificar qué podemos corregir y cómo podemos enseñarles a los niños con cariño, sin dejar de ser firmes y estableciendo los límites oportunos.

La mejor manera de educar es educándonos nosotros primero. Los buenos padres no nacen, se hacen.

“¡Ya no lo aguanto! ¡No sé que hacer!” Son algunas frases que pasan por la mente de los padres que se encuentran en luchas de poder con sus hijos. Estas se dan cuando alguien percibe que ha perdido autoridad o sensación de control. A pesar de una corta edad, los niños son perceptivos y desde muy pequeños empiezan a notar y “desafiar” (a su manera) los límites, si estos no son bien implementados. Esto puede generar luchas de poder entre los padres y el hijo, en la cual nadie está destinado a ganar, por lo que únicamente se busca no perder. Estas batallas únicamente generan resentimiento y más rebeldía, ya que no encuentran una resolución útil en ningún caso.

¿Cómo resolver este tipo de conflictos implementando la educación en positivo?

1. Haz preguntas en lugar de dar órdenes. Con la pregunta, podemos hacerle reflexionar sobre su conducta. Por ejemplo, “¿Qué esperas conseguir peleándote conmigo?”, “¿Qué tienes que hacer para prepararte para irte a la cama?”, “¿Cómo puedes resolver el conflicto con tu hermano, en lugar de pelearte?”.

2. Da alternativas para que ellos generen cierta independencia e inteligencia emocional. Por ejemplo, “¿Puedes ayudarme ahora o más tarde?” “Si ahora no, ¿cuándo?” “¿De qué manera quieres resolver esto?”

3. Pon el ejemplo, contrólate tu primero. Un error muy grande que cometemos los padres es creer que tenemos que controlar a nuestros hijos por encima de todo, pero ellos verdaderamente aprenden por medio del ejemplo. Usa tonos de voz suaves, limita tus movimientos corporales, ten consciencia de tí mismo. Si encuentras que estás perdiendo el control, detente y retírate un momento para tranquilizarte o respira profundamente.

4. Tómate el tiempo para conocer a tu hijo. Cada niño es único y especial; sus cualidades, actitudes, pensamientos y comportamientos son un elemento clave para que los padres puedan entender cada etapa de la vida de los niños.

5. Explícale con paciencia. Todos los humanos necesitamos normas y límites para funcionar eficazmente. Sin embargo, los niños necesitan una explicación clara y estable de estas mismas para lograr comprenderlas.

6. Tener consecuencias lógicas. Es decir, que cada acto positivo o negativo tiene su debida consecuencia que, en su defecto, se tiene que enfrentar/resolver. Esto les generará a los niños mayor tolerancia a la frustración ante adversidades y fomentar una adecuada resolución de conflictos, a la vez que se le enseña sobre límites y normas de manera paciente, sin llegar a convertirte en el enemigo. Por ejemplo, si no preparó su ropa para el día siguiente, entonces no hay qué ponerse hasta que él/ella busque y lo resuelva. Si no realizó una tarea de la casa cuando se le pidió, entonces no habrá tiempo de juego hasta que lo realice. También, si obtuvo buena calificación en un examen, por ejemplo, es importante que haya una acción positiva consecuente, pudiendo ser que haya más tiempo para otras actividades que son de su agrado e incluso darle a escoger algo que él/ella desee hacer o tener. Es importante adaptar cada consecuencia a cada niño y a su edad.

7. Reconocer los comportamientos deseables. Es importante también reconocer los comportamientos deseables y no solo enfocarse en lo negativo. “Hoy hiciste tu tarea muy tranquilo”. Enfocarse solo en lo negativo puede ocasionar que se sientan desmotivados y poco capaces.

8. Enfocarse en la solución. Es normal y esperado tener conflictos con los hijos. Es normal enojarse y desesperarse. Sin embargo, los conflictos siempre deben solucionarse lo más pacíficamente posible. Ambos lados deben escucharse y conocer sus razones. Al educar debemos procurar hablar en positivo y reemplazar frases como “no hagas esto” por “¿no crees que es mejor si hacemos esto…?”. Es importante hablar tranquilamente y firmemente al estar educando a tu pequeño.

9. Establece rutinas y hábitos. Los niños y niñas requieren de estructura y una buena manera de establecerla es generarles hábitos. Levantarse a la misma hora, cambiarse, desayunar, cepillarse los dientes y salir a la escuela. Establecer también un horario para comer/cenar, así como el horario para hacer tareas y para jugar.


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